El presidente de la pequeña nación insular del Pacífico, Johnson Toribiong, señaló en un comunicado que estaba a punto de encargar la misión al grupo conservacionista Sea Shepherd, hasta que recibió una contraoferta de las autoridades niponas.
Japón -según Toribiong- advirtió a Palau de que los activistas son "terroristas" y planteó enviar un patrullero de las Fuerzas de Auto Defensa.
Cada año, buques de Sea Shepherd se dedican a sabotear la faena de los balleneros japoneses en aguas de la Antártida bajo su programa anual de capturas "con fines científicos", y Tokio se lo recrimina a Camberra.
"Ahora estoy considerando el asunto. Quiero resolver un posible conflicto diplomático" con el mayor socio comercial del país, añadió el mandatario.
Palau y Sea Shepherd firmaron el mes pasado un memorando de entendimiento por el que la organización patrullaría esas aguas territoriales para luchar contra la pesca ilegal de escualos, y además sin cobrar un céntimo.
Sin embargo, el documento todavía tiene que ser aprobado por el fiscal general y por tanto no ha entrado en vigor.
Palau anunció hace un año que sus aguas son ahora coto reservado a los tiburones, tan temidos por su voracidad como amenazados por la pesca abusiva.
La iniciativa es pionera en el mundo y tiene el objetivo de preservar y poco a poco aumentar las en estos momentos escasas poblaciones de tiburón leopardo, martillo, toro o zorro, entre otros.
Palau acechará en particular a los barcos que se dediquen a pescar escualos para cortarles sus aletas y devolverlos al mar, una costumbre muy extendida entre los pescadores orientales y denunciada hasta la saciedad por grupos conservacionistas.
La práctica es tan común que la sopa de aleta de tiburón ya no es considerada una exquisitez culinaria por escasez y se sirve a bajo precio en restaurantes chinos y japoneses de todo el mundo.
El proyecto es ambicioso pero su implementación no será fácil, reconocen las autoridades locales.
La zona protegida cubrirá unos 661.600 kilómetros cuadrados e incluirá los dominios de la zona económica especial de Palau, que se extiende hasta 320 kilómetros de distancia de las costas del pequeño archipiélago, situado 800 kilómetros al este de Filipinas.
Además, hasta ahora sólo disponen de un barco para vigilar toda esa extensión de sus aguas territoriales, que esconden una de las mayores concentraciones de biodiversidad marina del planeta y un paraíso para los submarinistas.